Una terrícola en Titán - Capítulo veintiséis

@vickaboleyn · 2025-08-15 13:28 · CELF Magazine
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Salimos del campamento con tres guardias armados con rifles de plasma y provisiones para algunas horas. El marqués y yo viajábamos encima de unos ts’arkan, animales lanudos parecidos a los corceles terrícolas.

El marqués estaba convencido de que el Bóob tenía un punto débil, el cual podría ser su frente o su hocico. Mientras escuchaba su teoría sobre cómo procedería a matarlo, recordé el mito del león de Nemea. Al igual que el Bóob, el león tenía una piel impenetrable; el héroe Heracles pudo matarlo solo usando su fuerza bruta, asfixiándolo tras golpearle con un garrote en la cabeza.

Pero el marqués no era Heracles; el tipo era un hombre delgado, enclenque, de unos 65 años. Ya no tenía la juventud ni las fuerzas para enfrentarse a semejante animal mítico, y dudo que nadie pueda aguantar el olor infernal de la bestia, si es que alguna vez nos llegamos a topar con ese monstruo.

Durante la travesía pude observar una fauna que tenía ciertas reminiscencias con la de la Tierra, algunas extintas hace millones de años y otras aún presentes.

“¡Mire allá, dama Borg! ¡Un aquos!”, exclamó el marqués de forma repentina mientras me señalaba hacia mi lado izquierdo.

Me volví para contemplar dicha criatura. Mis ojos se abrieron de par en par, conteniendo el aliento.

Si mi hermano Gil estuviera aquí, se habría emocionado tanto que no dudaría en bajarse del corcel y acercarse a la majestuosa criatura de cuello largo, cuerpo grueso, y patas anchas que navegaba majestuosamente por las aguas de lo que los saturninos conocían como la laguna de Tigios.

“¡Un braquiosaurio!”, exclamé.

“¿Braquiosaurio? ¿Así le llaman a los aquos en la Tierra?”, me preguntó el marqués con curiosidad.

“Sí, Su Excelencia. En la Tierra estas criaturas están extintas desde hace millones de años junto con el dirhos; sus fósiles fueron encontrados en distintas partes del planeta. Se cree que fueron herbívoros y que pasaban parte del tiempo en el agua debido al peso de su cuerpo. Supongo que eso es cierto aquí en Titán”.

“Interesante. Dama Borg, si no es mucha indiscreción, ¿puedo preguntarle cómo sabe tanto sobre estas criaturas?”

Con una sonrisa queda, desvié la mirada hacia el braquiosaurio, el cual estaba comiendo en ese momento las hojas de un baobab. “De manera general, Su Excelencia, en la Tierra se han encontrado fósiles de dinosaurios en distintos puntos del planeta; los estudiosos, a quienes llamamos arqueólogos y paleontólogos, cada día estudian sus huesos e intentan plantear cómo pudo haber sido la vida en el planeta desde antes de la aparición de los seres humanos”, dije con honestidad.

“Vaya… Debo admitir que nunca imaginé que en la Tierra se dedicara tiempo a estudiar el pasado. En Saturno, estudiar el pasado es en cierta medida un pasatiempo solo para aquellos que tienen el dinero suficiente para solventar sus investigaciones”.

“La arqueología y la paleontología surgieron tal y como usted dice, Su Excelencia. Gente con ciertos privilegios queriendo conocer más allá del pasado inmediato. Muchas veces es bueno hacerlo; con un conocimiento así se evitarían errores lamentables”.

El marqués se quedó callado un momento. Desviando su mirada hacia el braquiosaurio, me dijo: “Un viejo amigo solía pensar así. Habrás oído hablar de él tantas veces hasta el hartazgo; su esposa fue una mujer muy bella, astuta e inteligente”.

“¿Se refiere a Hanis Bey?”

El marqués se echó a reír de manera abrupta. “¡El mismo hombre! De hecho, veo en ti algo de ambos. ¿Está segura de que no es pariente suya?”

“A estas alturas ya no sé ni qué creer. Digo, si fuera el Carnicero de Neptuno pariente mío, llevaría su apellido”.

Justo cuando el marqués me iba a decir algo, una flecha se atravesó en medio de nosotros. Los guardias sacaron sus armas, apuntando a varios lados. Un ruido nos distrajo; unas sombras aquí y allá, corriendo, como si nos rodearan Supuse entonces que las cosas se complicaron cuando el marqués, afianzándose de su lanza ceremonial, dijo: “Nativos… Nos tienen rodeados”.

Intenté dominar mi miedo ante el significado de esas palabras. Antes de marcharme con el marqués, Orhan me advirtió que algunas tribus nativas de Titán eran particularmente hostiles contra la corte saturnina. Podría decirse que tenían razones válidas para actuar así; estamos en su hogar sin ser invitados, invadiendo un espacio que, he de suponer, es sagrado para ellos.

El marqués ordenó a los guardias la retirada; sin embargo, una segunda flecha alcanzó el cuello de uno de los hombres, provocando una muerte instantánea.

De las ramas de los árboles, un nativo de nariz grande, ojos oscuros, cabellera castaña y con la piel cubierta de lodo saltó encima del marqués, derribándolo en el suelo. Los dos hombres forcejeaban, mientras que yo sacaba mi daga con la intención de defenderme. Por desgracia, sentí un tirón detrás de mí, haciéndome caer del ts’arkan. Dos nativos me tomaban de ambos brazos; forcejeé con ellos, tratando de zafarme de su agarre para poder huir. A uno de ellos le di un pisotón en su pie desnudo, arrancándole un grito de dolor; al otro le di un puñetazo en la nariz y una patada en la entrepierna.

Me iba a echar a correr, pero se interpuso otro nativo en mi camino, quien me echó un polvo blanco que entró en mis ojos. Tosí un poco antes de sentir que me taparan la boca y la nariz con algo que tenía un olor nauseabundo.

No supe qué pasó después. Todo se había puesto negro.

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Ignoro cuánto tiempo pasó. Al abrir los ojos, descubrí que me hallaba dentro de una jaula. Intenté incorporarme, pero pronto me di cuenta de que me encontraba atada de las manos y los pies. Mi vestido y mi armadura fueron arrancados, por lo que estaba solo en paños menores.

Mirando para todos lados, noté que los nativos estaban llevándome a algún punto de la selva. “Mierda”, musité mientras intentaba deshacer los nudos.

En medio de la faena noté una luz rojiza que se encontraba escondida detrás de una puerta de madera adornada con calaveras humanas. Pronto empezaron a sonar tambores, así como cánticos en una lengua que desconocía por completo.

Las puertas se abrieron, dejando salir un calor tan intenso que por un momento creí que me iba a desmayar. Dos nativos me sacaron de la jaula, cortaron las sogas que me mantenían inmovilizada, y me arrastraron hacia una plataforma en forma de “y”. Con ahínco intenté liberarme, pero uno de los nativos me tomó del cuello con un brazo mientras sus compañeros me ataban las manos.

Al terminar con su tarea, los hombres dieron paso a una mujer de rostro pintado de rojo, con los ojos amarillos y unos atavíos rasgados. En sus manos llevaba unos collares de colmillos y flores, los cuales colgó alrededor del cuello. Al emitir un grito, los hombres empezaron a girar una rueda, la cual me empujaba hacia adelante. Pronto quedé suspendida en el aire… Encima de un río de lava.

“¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!”, musité con horror mientras la plataforma descendía con lentitud.

Por un momento pensé que me iban a arrojar al río de lava; la realidad fue que me estaban llevando a tierra firme, a pocos metros de las orillas candentes.

De nueva cuenta intenté zafarme de los amarres, temerosa de que quizás me mataran por la espalda con alguna lanza o algo. Sin embargo, escuché el trinar de un pájaro bastante fuerte, como la de un búho. Una fuerte ansiedad se apoderó de mí conforme escuchaba unas fuertes pisadas y veía los árboles moverse.

¿Qué animal estaba acercándose?, ¿será un depredador?, ¿quizás King Kong?

La respuesta a mis dudas pronto apareció bajo la forma de una cabeza larga, baja y angosta como un reptil; sus dientes cónicos y rectos se asomaban por los bordes del hocico. En su espalda había una serie de espinas cubiertas con una membrana; su cola era ancha y larga, como si fuera una aleta.

De mi interior solo salió el grito del horror.

## Continuará

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#### Los primeros capítulos puedes leerlos aquí o en [Wattpad](https://www.wattpad.com/story/376270676-una-terrícola-en-titán)

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