Iniciativa: Miedos y Fobias/ EL CAMINANTE NOCTURNO. (Esp-Eng)
El motor de mi auto se detiene justo cuando atravieso la guardarraya. Intento con la llave ponerlo en funcionamiento y el sonido del fracaso resuena en medio del campo de caña. Abandono mi refugio y comienzo a revisar los líquidos, agua, aceite, gasolina y todo parece estar bien. Los colores naranjas del atardecer anuncian la llegada de la noche, rápido busco el móvil para pedir ayuda y es inútil, no hay señal. Los ruidos del campo despiertan de apoco a medida que oscurece, despiertan al mismo tiempo en que me hago consciente de mi situación.
La brisa acaricia despacio el esbelto cuerpo de la caña de azúcar haciendo que todas dancen en una coreografía magistral, generando un sonido suave, que en otra situación diría que acaricia mis oídos, pero no es así, ese sonido genera en mí un terror interno cuando la oscuridad se adueña del campo. Enciendo las luces delanteras del auto que por suerte todavía funcionan y es entonces cuando a lo lejos distingo la figura de un hombre que se mueve despacio, casi al compás del viento.
Desesperada salgo del carro caminando a su encuentro y las preguntas emergen a borbotones en mi mente ¿Quién es el hombre en medio de la noche? ¿por qué está solo? ¿Si lo está? ¿Por qué no lleva luces consigo? ¿un ladrón, un asesino, un violador? El miedo detiene mis pasos y grito a viva voz ¿QUIÉN ERES? Seguido de un silencio que debía ser acompañado por una respuesta que no llega, solo los sonidos de la noche se hacen presentes. Me doy vuelta y regreso corriendo al interior de mi auto asegurando todas las puertas con el corazón galopante.
La mirada fija en ese hombre todo el tiempo, lo veo moverse, avanzar despacio casi imperceptible, cada vez está más cerca pero todavía no alcanzo a divisar sus facciones, si es que tiene, a esta altura ya dudo, ¿un muerto viviente? Pregunta que solo hace acrecentar mi temor. Cierro los ojos y me acurruco en el asiento de cuero tras el volante. Ya la vista no me acompaña, mis oídos se convierten en ojos, dando otra dimensión a mi miedo.
Escucho claramente cada paso del intruso, sin prisas, pues cuenta con toda la noche para atormentarme. Siento como coloca su mano en el capó de mi auto, el movimiento es leve pero perceptible, me niego a abrir los ojos y encontrarme con una realidad que me aterra. Intento calmarme pero es en vano. El sonido de sus pasos alrededor y su mano que se desliza dibujando el contorno del vehículo. Por momento toca con los nudillos de sus huesudas manos -eso creo, porque continúo sin abrir mis ojos- los cristales de la ventana, como buscando una reacción en mí. Yo continúo inerte, presa del pánico.
El tiempo es su cómplice, pues me abandonó en medio de la nada. Ya no alcanzo a distinguir ningún sonido externo, ni de la noche, ni del caminante nocturno. Armada de valor salgo del auto como loca, gritando con una rabia interna que me nubla la vista y que solo me deja ver al final de la guardarraya la silueta del caminante que no hace por huir, espera por mí. Llego corriendo ante él, dispuesta a enfrentarlo, cuando la luz del amanecer ilumina su rostro. Caigo de rodillas envuelta en carcajadas, lágrimas y fluido nasal, contemplando a un espantapájaros sonriente que saluda la mañana.
Imagen de LensPulse en Pixabay/
https://cdn.pixabay.com/photo/2024/05/07/23/00/warrior-8746983_1280.jpg
THE NIGHT WALKER.
My car's engine stalls just as I cross the guardrail. I try to start it with the key, but the sound of failure echoes through the cane field. I leave my shelter and begin checking the fluids: water, oil, gasoline, and everything seems fine. The orange colors of the sunset announce the arrival of night. I quickly search for my cell phone to call for help, but it's useless; there's no signal. The sounds of the fields slowly awaken as it grows dark, awakening at the same time that I become aware of my situation.
The breeze slowly caresses the slender body of the sugarcane, causing them all to dance in a masterful choreography, generating a soft sound that, in another situation, I would say caresses my ears, but it doesn't. That sound generates an inner terror in me as darkness takes over the field. I turn on the car's headlights, which luckily are still working, and it's then that in the distance I make out the figure of a man moving slowly, almost in time with the wind.
Desperate, I get out of the car, walking toward him, and questions flood my mind. Who is the man in the middle of the night? Why is he alone? If he is? Why isn't he carrying a headlight? A thief, a murderer, a rapist? Fear stops me in my tracks, and I scream out loud, "WHO ARE YOU?" Followed by a silence that should have been accompanied by an answer that never comes; only the sounds of the night are present. I turn and run back inside my car, locking all the doors with my heart pounding.
My gaze is fixed on that man the whole time. I see him moving, advancing slowly, almost imperceptibly. He's getting closer, but I still can't make out his features. If he has one, at this point I'm already doubting it. A living dead man? A question that only increases my fear. I close my eyes and curl up in the leather seat behind the wheel. My sight is gone, my ears become eyes, giving another dimension to my fear.
I clearly hear every step of the intruder, unhurried, as he has the whole night to torment me. I feel him place his hand on the hood of my car; the movement is slight but perceptible. I refuse to open my eyes and face a reality that terrifies me. I try to calm down, but it's in vain. The sound of his footsteps surrounds me, and his hand slides along the outline of the vehicle. At times, he touches the window panes with the knuckles of his bony hands—I think so, because I still haven't opened my eyes—as if looking for a reaction from me. I remain inert, gripped by panic.
Time is his accomplice, for he abandoned me in the middle of nowhere. I can no longer distinguish any external sound, neither from the night, nor from the night walker. Armed with courage, I jump out of the car like a madman, screaming with an internal rage that blurs my vision and leaves me only seeing the silhouette of the walker at the end of the guardrail, who doesn't try to flee, waiting for me. I run to him, ready to confront him, when the dawn light illuminates his face. I fall to my knees, enveloped in laughter, tears, and nasal fluid, contemplating a smiling scarecrow greeting the morning.
El texto es de mi creación / The text is my own creation
Gracias por su visita / Thank you for your visit
Traducido con google (versión gratuita)/ Translated with google (free version)