Hoy me desperté con el sol asomándose tímidamente por la ventana, llenando mi habitación de una luz dorada que prometía un día lleno de posibilidades. Lo primero que hice fue encender mi altavoz y dejar que las notas de mi canción favorita llenaran el aire. La música es mi compañera constante; cada acorde y cada letra me inspiran y me llenan de energía. No hay mejor manera de empezar el día que con una melodía que resuena en mi corazón.
Después de disfrutar de unos minutos de buena música, decidí preparar un delicioso desayuno. Mientras el aroma del café recién hecho se esparcía por la casa, tomé mi cámara y capturé algunos momentos sencillos pero significativos: el vapor del café, el pan tostado dorándose, y la luz que entraba por la ventana. La fotografía es más que un hobby para mí; es una forma de ver el mundo. A través de mi lente, puedo congelar instantes y contar historias sin necesidad de palabras.
Mientras desayunaba, mi familia se fue uniendo a mí. Escuchar sus risas y conversaciones es lo que más amo de mis mañanas. Cada miembro aporta su propia melodía a nuestra vida familiar, creando una sinfonía única que me llena de felicidad. Ya sea con un chiste, una anécdota o simplemente compartiendo cómo va su día, esos momentos son tesoros que atesoro en mi corazón.
Hoy tengo planes para salir a explorar nuevos lugares con mi cámara, buscando la belleza en lo cotidiano y capturando recuerdos que luego compartiré con mis seres queridos. La música seguirá sonando en mi mente mientras busco la toma perfecta, y cada foto será un reflejo del amor que siento por mi familia y por la vida misma.
Así comienza mi día: rodeado de música, inmortalizando momentos con mi cámara y disfrutando del calor y el amor de mi familia. No hay nada mejor que esto.