Los recuerdos que tenía yo del Metro de Caracas eran bastante intensos, tanto por aglomeración, inseguridad, falta de mantenimiento, tardanza y pare usted de contar. Pero de eso hace ya muchos años y como un crítico profesional que soy, para poder criticar hay que ser testigo de primera mano, pues de lo contrario, me sumaría a la horda infinita de replicadores de noticias no confirmadas que abundan en todas las plataformas digitales, así como en las tertulias de amas de casa, sin oficio, en la planta baja de la torre donde viven.
No, yo voy directo a la fuente, para comprobar las news o fake news que corren en algunos medios informativos, acerca de las mejoras que se han implementado en dicho sistema de transporte urbano.
Los resultados fueron asombrosos para mí. Es cierto que han hecho mantenimiento prácticamente en todas las estaciones, las cuales lucen muy favorecidas, con pintura nueva, reparaciones, escaleras mecánicas funcionando, y los trenes de la línea 1 están en excelentes condiciones. Un servicio de primera línea.
En las demás líneas se están aplicando distintos criterios que me gustaría destacar. Una de ellas es el reciclaje. Sí, muchos de los trenes que ya no sirven, son puestos acá a la orden con miras a aprovechar material, que de otra manera terminaría en chatarra.
Esta política tiene sus ventajas. Para las personas con sobrepeso, el tomar estas rutas puede favorecerles en la liberación de toxinas y grasas del cuerpo, pues cuenta con una ausencia de aire acondicionado que estimula ampliamente la función sudorípara de sus glándulas. Tomando en cuenta las largas pausas que hacen en cada estación, es posible liberar altas dosis de esas aguas internas que se llevan parte de los materiales minerales y grasas que nos produce el exceso de arepa con huevo y la cerveza.
Más allá de la satisfacción que me produjo comprobar que ciertamente están arreglando muchas de las fallas que presentaba este sistema interurbano, hay algunos factores que son esenciales para nuestra formación ciudadana. Pienso que, de seguir así, el Metro de Caracas puede robarle el protagonismo a los actuales sistemas de promoción y ventas.
Las oportunidades comerciales en los vagones del Metro no tienen límites, usted puede comprar a cualquier hora del día o la noche, pagando en las más variadas monedas, con sistemas de pago móvil y, aunque no me consta, es posible que ya acepten HBD y Bitcoin.
Esta actividad te mantiene al tanto de los productos más novedosos en galletas, caramelos de jengibre caseros, tetas de chocolate (una variedad exótica de helado artesanal envasado en bolsitas plásticas y que suelen chuparse por una de las punticas), llegando inclusive a la compra y venta de divisas, oro y (posiblemente) muchos rubros más.
No es necesario ya viajar al Mercado de las Pulgas en París, pues en el Metro de Caracas puedes vivir la experiencia de los cientos de vendedores que recorren (para tu satisfacción y comodidad) los vagones, mientras gritan sus ofertas, a modo de pregones modernos: “tres chupis por el dólar”, “aprovecha que estoy de paso”, “una Venezuela decente que me regale los buenos días”.
A diferencia de otros metros del mundo, en los cuales pagas, te montas, te lleva y te bajas, el de Caracas te ofrece unas largas estadías: mientras esperas que llegué, el tiempo de espera hasta que arranca de la estación, las velocidades que, en ocasiones son superadas por uno que otro morrocoy; lo cual hace que el pago que haces por tu viaje se justifique verdaderamente, pues se trata de un recorrido de larga duración.
Una experiencia muy productiva, pues te da tiempo para pensar, crear, escribir y publicar un post como este.
¡No pierdas la oportunidad de experimentarlo por ti mismo!
Casimiro von Sarcasmia, cronista del absurdo ordinario. | ![]() |
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