Ha llegado Zomapa,
con su conciencia envuelta en galletas saladas,
no se mueve, no dice nada,
permanece estática,
a veces parece asustada,
pero, lleva una sonrisa camuflada,
que traspasa todo,
la conciencia,
las galletas,
la vestimenta morada
y hasta la cámara fotográfica.

Ha llegado la gansa,
con hambre y por un buitre acompañada,
picotea, trozos de galleta arranca,
junto con el buitre de alas coloreadas;
a veces abren las alas,
pero, no vuelan,
están estacionadas.
La conciencia queda destapada,
es pequeña,
alta,
cuadrada,
azulada,
cambia,
siempre cambia.

Patas gruesas,
estrella-estrella,
larga,
gruesa,
corta,
pequeña,
con ojo,
boca azul turquesa,
forma de esfera
y algunas veces,
desaparece de la escena.

Zomapa se acerca,
aplaude y florece la conciencia,
la toma con sus manos gruesas,
la carga,
la abraza,
la resguarda,
la aplastada,
la guarda entre su cabellera enredada
y se marcha,
dejando a la gansa
y al buitre que la acompaña.


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