Camino de un lado a otro, viéndo lo que tengo al frente, con la mirada como perdida... Parece que voy a perforar el suelo de tantas vueltas que doy en círculo. ¿Qué es esto? Soy yo en mi cotidiano existir, en mis faenas...
Un sensación de ardor estomacal, un pensamiento constante y frustrante de angustia, miles de diligencias por hacer. Parece que nunca falta algo urgente por hacer, y mi atención está dividida en cinco millones de detalles. Parece que estoy en un lado y en otro en mi mente. Me pierdo en mis pensamientos y cuando caigo en cuenta, se me olvida donde estoy. Esta es la enfermedad del estrés moderno.
Todo esto era mi diaria cotidianidad cuando no sabía lidiar con las preocupaciones. Por fortuna, he aprendido con el tiempo y ya no me dejo agobiar tanto por toda esta situación. Porque es alarmante, nada saludable y definitivamente tortuoso tener que andar con el cuerpo en un espacio y la mente en muchos otros. Dicen que el estrés es un asesino silencioso; yo no lo pongo en duda, dado que he conocido casos de gente que ha muerto en la veintena de sus vidas por haber tenido demasiado estrés que no supieron manejar. Hablo de médicos, abogados, inversores, gente de diversas ramas y profesiones.
Lo que me dejó muy claro que el estrés es un casino en el que no quería jugar, porque el premio al ganador no es nada bueno... Desde entonces, abandoné el vicio del jugar con mi salud y despedí al estrés de mi vida.
<<<<< La inevitable realidad >>>>>
En el mundo siempre habrá estrés, porque en todo panorama donde haya competición, habrán personas interesadas en lograr algo, y siempre habrá lucha, forcejeo, conflicto y desacuerdos. Es un patológico juego en el que incontables horas pasan y con el que casi todo ser humano está familiarizado. En el que razones, entendimientos y esfuerzos se enfrentan en los intentos de la gente por lograr algo, tratando de ser más inteligentes que las demás personas a su alrededor para lograr una ventaja que a veces puede no ser tal.
Si algo sé bien es que en medio de todo lo que deriva de ese estrés, te sientes solo, y te auto-percibes como una diminuta hormiga caminando en el medio de un gran desierto, en un mundo en blanco y negro. Intentar gestionar tus emociones en el mencionado escenario es brutal, pero es una necesidad, algo que tienes que lograr sí o sí.
En ese sentir exacerbado, aprendes a funcionar automáticamente en muchos sentidos, y yo definitivamente he descubierto que no puedo funcionar en piloto automático, y menos si ese piloto automático está descompuesto o dañado por completo. Porque los sentidos están alterados y lo percibes todo o muy grande o muy pequeño, cuando la gravedad recae en que no eres capaz de ver lo que pasa tal como pasa, porque no puedes ver lo que está ante tus ojos.
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Es por ello que aprendí a trabajar en mis pensamientos y emociones. Las responsabilidades y obligaciones siempre existen, pero lo que debe cambiar es nuestra manera de lidiar con ellas. Es un universo totalmente diferente, pero en lo más hondo de las profundidades de mi subconsciente, sé que eso de dominar el estrés valiéndose de recursos se dice más fácil de lo que se hace, lo sé por mi propia experiencia. Razón de más por la que no voy a dar la perorata -o "perolata" como dicen algunos- de venir a aseverarles que tengo la medicina definitiva para salir del foso del estrés. No, en vez de una solución definitiva, lo que voy a dar es mi testimonio según mi propia experiencia para aprender a dominarlo de la mejor forma.
Esta forma no es la única, no es la mejor, pero es la que mejores resultados me ha arrojado en lo cotidiano. Me he vuelto practicante del arte de tomármelo con calma todo. Es como bromean en mi país un "Tómatelo con soda". Y no, no es necesario ser budista para asimilar este enfoque, sino centrarse en la búsqueda total de la tranquilidad, sin dejar de cumplir con tus responsabilidades.
Evitas las angustias cuando programas tu mente en modo calma, y esto solo lo logras si realmente te observas a ti mismo cuando estás alterado por los estados de estrés. La observación de nosotros es comparable al estado meditativo, es refinar nuestros sentidos, es lanzar nuestra atención a un punto tranquilo. Esto me ha ayudado mucho, porque el mundo se ve diferente cuando así lo haces.
Con esto entiendes que los afanes de la vida son solo algo vano. Que si estás o no estás, el mundo seguirá igual. Que si estás o no estás el mundo no se va a acabar. Y que si haces una pausa es mucho lo que en calidad de vida ganas. Al ser de este modo te ocuparás de lo que debes hacer, pero no te preocuparás de más; y este ha sido para mí el "Santo Grial" para vencer el estrés.
A pesar de lo dicho, cada quien debe buscar su mejor forma particular para lidiar con las preocupaciones de la vida cotidiana y el estrés. Ya les dije que a mí me ha funcionado lo que les acabo de contar, pero cuéntenme en los comentarios lo que ustedes hacen para manejar las preocupaciones.