¡Hola a todos los amigos que se reúnen en #holos-lotus para reflexionar y crecer juntos! @abelarte propuso en su iniciativa un tema de reflexión muy interesante en sus implicaciones: la gratitud. Casi podríamos decir que mucho de nuestra relación con los demás y el mundo se transparenta en nuestra relación con la gratitud.
Más que un sentimiento que nos visite esporádicamente podría decirse que se trata de una forma de ver el mundo. Una especie de filtro de entre los muchos que podemos aplicar, pero uno que quizás sea menos intuitivo que otros y que es necesario escoger de forma consciente. Yo tuve mi primera lección de gratitud muchos años antes de poder entenderla, antes incluso de entender el concepto y poder extraer algún significado de todo ello.
En unas reciente escapada familiar a la playa.
Cuando yo tenía 7 años mi madre padeció el Síndrome de Guillain-Barré, enfermedad cuyos detalles ahora no vienen a cuento. Baste decir que como consecuencia usual deja una pérdida de fuerza, tono y control muscular. En esas condiciones la recuperación total es posible pero no todos los pacientes la alcanzan, depende mucho de su fuerza de espíritu y constancia, de su capacidad para perseverar aún en la ausencia de resultados perceptibles.
Hablemos primero de los medicamentos que facilitan la recuperación, son extremadamente caros y difíciles de obtener. Para recibir una dosis se requiere primero el ingreso hospitalario, pero trasladar a mi madre todos los días al hospital era engorroso y casi imposible, mientras que dejarla ingresada no era opción. Hubo un amigo médico que falsificaba largas listas de pacientes para obtener el medicamento que luego hacía llegar a mi casa. Ese amigo se arriesgó muchísimo, pero el medicamento jamás faltó.
Nada supera este tipo de vacaciones en familia, al menos para mí.
Hablemos ahora de la recuperación. Para ello se necesitaban ejercicios repetitivos y casi constantes, mi madre aprendió a tejer y a coser en máquina de pedal. Nótese que una máquina eléctrica contrarrestaría el punto que la hizo necesaria: lo importante era el ejercicio, no el producto final. Un amigo robó en su trabajo durante años el hilo para que mi madre tejiera, otra amistad hizo lo mismo con la tela para que mi madre cosiera. Cualquiera de los dos se habría visto en complicaciones legales muy importantes si los hubieran atrapado, aún así se arriesgaron durante años.
En lo doméstico, uno de mis tíos interrumpió su vida personal para mudarse con nosotros. Mi padre necesitaba desesperadamente el trabajo para mantenernos a flote, mientras que yo era un niño y ella no podía ayudar en nada o casi nada. Mi tío vivió con nosotros por años, desatendiendo en consecuencia su propia vida. Gracias a él las cosas fluyeron de alguna manera y superamos las etapas más complejas.
Nosotros muy campechanos en un restaurante muy formal 🤣🤣🤣.
Mi madre podría haberse amargado y maldecir la suerte que la privó de una parte no despreciable de su vida, esa etapa en que la juventud comienza la transición hacia la madurez. Motivos tuvo de sobra. Sin embargo ella prefirió mirarlo todo a través del prisma de la gratitud: hacia los amigos que tanto hicieron, hacia la familia que tanto ayudó y también a la vida que la preparó para superar las dificultades.
Yo no entendí nada hasta bien pasada la adolescencia, pero hoy tengo la lección bien clara. La gratitud no se trata de empequeñecer las dificultades de nadie, se trata de ponernos a nosotros mismos en el mejor estado mental posible para enfrentar el caos. Se trata de reconocer lo que tenemos, por magro que sea, para luego partir a buscar lo que nos falta, por inmenso que sea. Como dijo @abelarte al lanzar la convocatoria: no es cuestión de conformarse. Muy por el contrario: es partir del reconocimiento de dónde estamos antes de pensar en hacia dónde avanzar.
Hello to all the friends gathered at #holos-lotus to reflect and grow together! @abelarte proposed a very thought-provoking topic in this initiative: gratitude. One could almost say that much of our relationship with others and the world is reflected in our relationship with gratitude.
Rather than a feeling that visits us sporadically, it could be said that gratitude is a way of seeing the world. A kind of filter among the many we can apply, but one that is perhaps less intuitive than others and must be chosen consciously. I had my first lesson in gratitude many years before I could understand it, even before I grasped the concept or could extract any meaning from it.
During a recent family getaway to the beach.
When I was 7 years old, my mother suffered from Guillain-Barré syndrome, the details of which are not relevant here. Suffice it to say that its usual consequence is a loss of muscle strength, tone, and control. In such cases, full recovery is possible, but not all patients achieve it, it depends greatly on their inner strength, perseverance, and their ability to keep going on even in the absence of visible results.
First, let’s talk about the medication that aids recovery. It’s extremely expensive and hard to obtain. To receive a dose, hospitalization is required, but taking my mother to the hospital every day was cumbersome and nearly impossible, while leaving her admitted was not an option. A doctor friend of ours falsified long patient lists to obtain the medication and then delivered it to our home. That friend took enormous risks, but the medicine never ran out.
Nothing beats this kind of family vacation, at least for me.
Now, let’s talk about recovery. It required repetitive, almost constant exercises. My mother learned to knit and sew on a pedal-operated sewing machine. Note that an electric machine would have defeated the purpose: the exercise was the point, not the end product. A friend stole thread from his workplace for years so my mother could knit, and another one did the same with fabric so she could sew. Either of them could have faced serious legal trouble if caught, yet they took the risk for years.
At home, one of my uncles put his personal life on hold to move in with us. My father desperately needed to work to keep us afloat, I was just a child, and my mother could barely help with anything. My uncle lived with us for years, neglecting his own life in the process. Thanks to him, things somehow kept moving, and we got through the toughest phases.
Us, very casual, in a very formal restaurant 🤣🤣🤣.
My mother could have grown bitter and cursed the fate that robbed her of a significant part of her life, that stage where youth transitions into maturity. She had every reason to. Instead, she chose to see everything through the prism of gratitude: toward the friends who did so much, the family who helped so greatly, and even life itself for preparing her to overcome hardships.
I didn’t understand any of this until well after my teens, but today the lesson is crystal clear. Gratitude isn’t about downplaying anyone’s struggles: it’s about putting ourselves in the best possible mental state to face chaos. It’s about acknowledging what we have, no matter how little, before setting out to seek what we lack, no matter how vast. As @abelarte said when launching this initiative: it’s not about settling. On the contrary, it’s about recognizing where we are before thinking about where to go next.
Texto original en español libre de IA, traducido al inglés con ayuda de Google Translate y luego revisado por mi.
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