Fuente
Saludos amigos de Hive, en especial a los miembros de la Comunidad Holus and Lotus,
En concordancia con los versos que aparecen hoy en las páginas vetustas de algún cuaderno (mío) del 2023, quisiera reflexionar sobre el matrimonio; para las relaciones de pareja, incluso, ¡aplauso sincero para los casados de por aquí, por cierto!
Al matrimonio, ente basal de la sociedad, donde se crea el patriarcado de toda casta, de donde emergen los nuevos retoños que le dan continuidad a la sociedad hoy constituida y a la cual vamos intrínsecamente ligados, aún casados o no, en unión libre o en concubinato, y todos esos términos recalcitrantes y menesterosos de las esferas jurisprudentes, hay que echarle fuego, como toda hoguera donde, más que cualquier término frío, se funda, se precipita, se conserva y se engasta el amor. Y digo “echarle fuego” como recurso metafórico algo usado, ya que se hace necesario revivirlo o, mejor, renovarlo con nuevos votos. Lo vivido en antaño va quedando como base sobre la cual debe añadirse nuevo alimento a la hoguera.
En este sentido, considero que pueden suceder antagonismos, como sucede en toda relación de pareja, más con el tiempo, donde la costumbre puede volverse un viento frío que apague el pequeño fuego que va quedándose otoñado (dirían los poetas). Los antagonismos se producen de las contradicciones y estas generan asperezas; por ejemplo, si anteriormente nos gustaba ir al cine, en estos momentos alguno de los dos prefiere quedarse en casa a ver la TV, la serie favorita, leer un buen libro, escribir o hacer algún tipo de ejercicio que el otro no. Estas diferencias, que a veces no se logran homogeneizar, no como si se tratase de un estándar, aunque no debamos tener los mismos gustos —como es lógico—, sí requieren puntos de encuentro donde desarrollemos actividades en común.
Aquí debe entrar en acción la iniciativa, el genio, la creatividad para inventarnos actividades donde podamos participar los dos, sin que el otro se hastíe; o quizás debamos doblegar nuestros deseos de hacer algo diferente y someternos a algún caprichito de la pareja, lo cual no está mal. A fin de cuentas, creo que el matrimonio o la relación lleva mucho de eso, más cuando ya han pasado 5, 10 o 15 años, y mucha agua ha corrido bajo el puente.
Establecer horarios —para lo cual yo no soy muy bueno, particularmente— es súper necesario para organizarnos. En mi caso, a mí me gusta escribir y a mi pareja no, aunque ella disfruta algún que otro texto de vez en cuando. Yo le pido consejos, le pregunto dudas ortográficas y trato de establecer momentos para la escritura, que me permitan dedicarle tiempo a mi consorte; tiempo de calidad, por supuesto, que es lo que el otro verdaderamente aspira y desea. Entonces, se hace necesario establecer prioridades, organizarse, tener empatía por los deseos del otro y no pensar con egoísmo, porque al final hay que rendirle tributo a esos 5, 10 o 15 años que se han vividos juntos. Seguramente se han vivido cosas buenas, agradables, se han alcanzado metas de conjunto y también se han superado problemas y momentos de tristeza. La vida misma, señores.
Escuchar al otro es muy importante: saber sus expectativas sobre la próxima etapa, las nuevas decisiones, porque todo proceso se trata de eso, de continuar hacia el paso siguiente. Y aunque muchas veces damos todo por sentado, debemos aprender a escuchar al otro y no solo sus palabras. En ciertas ocasiones, nuestra pareja puede tener motivos para no decirnos algo; creo que debemos estar atentos a esto, aprender a escuchar sin palabras, percibir algunos indicios de eso se logra con los años, ciertamente. Pero también transmitir nuestras ideas con claridad, nuestros propósitos; no quedarnos en silencio por no molestar, dar nuestro criterio oportunamente, comprometernos con la palabra, esclarecer circunstancias: todo ello es crucial para sobrevivir en el reto de la pareja.
Tener por qué luchar no se ciñe al amor, al fuego de pareja solamente; tener por qué luchar es una motivación para hacer cosas juntos, para establecer metas, por pequeñas que sean. Recuerdo, en mi relación de pareja, que antes de consolidarnos como matrimonio teníamos muchos sueños; uno de ellos era crear una empresa: mi esposa sería la parte contable y yo el ingeniero principal. Al final lo conseguimos, después de algunos esfuerzos, de comenzar con las uñas, como se dice. Floreció el resultado de nuestro empeño y, aunque actualmente no me encuentro trabajando directamente en el proyecto, mi esposa sí, ante la cual me quito el sombrero y felicito de corazón. Me siento orgulloso de ver cómo esos pequeños sueños se hicieron realidad y son una motivación más para centrarnos en continuar consolidando la relación.
Por último, un espacio independiente para los dos, con respeto y libertad. Cada persona tiene sus propios anhelos, deseos y gustos; es muy difícil que en todo coincidamos y, si así fuese, ¡qué aburrido, mi Dios! Por eso es importante, junto a los horarios y las costumbres, establecer espacios en que cada miembro de la pareja pueda desarrollar sus actividades individuales con toda ética y con la mayor libertad posible. Esto es garantía de calidad, de crecimiento como seres individuales capaces de entrenarnos en lo que nos guste, de aprender, de disfrutar individualmente, lo que al final aportará, sin duda, la savia de cada uno para hacer crecer el caudal de la convivencia. Bueno, yo creo que esta opinión pudiera tener muchos más enfoques y cosas por decir, pero no me creo un psicólogo; solamente me baso en la experiencia y en una que otra buena lectura para poder emitir tales reflexiones. Y ahora me voy, que ya el tiempo de escribir se va pasando y me esperan las responsabilidades a las cuales tengo que hacer honor, y a mucha honra... 😀
Si te gusta el tema, me encantaría que me dejases un comentario.
Feliz noche para todos, gracias por la lectura.
LA TARDE, LAS LÁGRIMAS, LAS ESPECIES
La tarde, las lágrimas, las especies
que cueces lentamente en la cocina
la vida, las bocas, los abrazos
las piezas seculares de mi vida
Los brazos sometidos, los abrazos
que me das, los besos idos y venidos
la mofa en la cama vespertina
mientras se cae algún vencido.
Los besos, las miradas los ronquidos
las quejas colgadas en las paredes
los guiños que nos dimos
sin menospreciar los rudos pareceres.
Las ganas, las constantes escapadas
de tu risa, del brazo, de la prisa
en que la pertinencia se hizo espada
y la empuñamos en honda arremetida.
Un árbol es mi amor que ya no crece
pasiones como cicatrices encogidas
La tarde, las lágrimas, las especies
que cueces lentamente en la cocina.
✧
Te deseo un día grandioso!
✧･ﾟ: ✧ PoetaFranko ✧:･ﾟ✧
Hello, friends at Hive, and a warm greeting especially to the Holus and Lotus community,
In keeping with the verses that appear today in the ancient pages of a notebook of mine from 2023, I would like to reflect on marriage; for relationships in general, even, sincere applause for the married couples around here, by the way.
Marriage, the fundamental entity of society, where the patriarchy of every caste is forged and from which new generations emerge to give continuity to the world as it is today, is something to which we are intrinsically bound—whether married or not, in a common-law relationship, or cohabiting. All those recalcitrant and often cumbersome terms from the jurisprudential spheres aside, marriage must be set ablaze, like any bonfire where, more than any cold definition, love is formed, preserved, and adorned. And I say “set ablaze” as a somewhat familiar metaphor because it is necessary to revive it—or better yet, renew it with fresh vows. What was lived in the past becomes the foundation on which new fuel must continually be added to the fire.
In this sense, antagonisms inevitably arise, as in any relationship, especially over time, when habit can turn into a cold wind that extinguishes the small flame slowly fading away (as the poets would say). Antagonisms are born of contradictions, and these, in turn, generate friction. For example, if we once enjoyed going to the movies, perhaps now one of us prefers staying home to watch TV, follow a favorite series, read a good book, write, or exercise while the other does not. Such differences, though they need not be erased—since it is natural not to share the same tastes—do require points of connection where we can create activities to enjoy together.
This is where initiative, ingenuity, and creativity come into play, allowing us to invent activities in which both can take part without either becoming bored. Sometimes we may need to set aside our own desires and indulge a partner’s whim, which is not a bad thing. In the end, I believe marriage and long-term relationships thrive on this mutual flexibility, especially when five, ten, or fifteen years have passed and much water has flowed under the bridge.
Setting schedules—something I admit I am not particularly good at—is essential for staying organized. I enjoy writing, and my partner does not, although she occasionally takes pleasure in something I write. I ask for her advice, consult her on spelling questions, and try to set aside time for writing while also dedicating quality time to her. This is, after all, what a partner truly values and desires. It becomes necessary to establish priorities, organize ourselves, empathize with the other’s wishes, and avoid selfish thinking, because in the end, we must honor those five, ten, or fifteen years together, full of good memories, shared achievements, and moments of overcoming hardship. Such is life, after all.
Listening is essential: understanding your partner’s expectations for the next stage, the new decisions to be made, because every process is about moving forward to the next step. Although we often take things for granted, we must learn to listen—not just to words, but to what lies unspoken. Sometimes a partner may have reasons for not sharing something directly; we must be attentive to this, learning to hear without hearing, a skill honed over the years. Likewise, we must express our own thoughts clearly, share our intentions, speak up rather than remain silent for fear of disturbing, offer our opinions at the right moment, commit to our words, and clarify situations. These are all crucial to weathering the challenges of a relationship.
Having something to fight for is not limited to love or passion; it is also a motivation to do things together and set shared goals, however small. I remember that before marrying, my wife and I had many dreams—one of them was to start a business, with her as the accountant and me as the chief engineer. We eventually achieved it, starting from nothing, as the saying goes. The results of our efforts eventually took shape, and although I am no longer directly involved in the project, my wife is, and I take my hat off to her with heartfelt admiration. I am proud to see how those small dreams became reality and continue to inspire us to strengthen our relationship.
Finally, there must be space for individuality, with respect and freedom. Each person has their own desires, dreams, and tastes; it is rare to agree on everything—and if we did, how dull that would be. That is why, alongside schedules and shared routines, it is important to create spaces where each person can pursue personal activities ethically and with full freedom. This is a guarantee of quality and growth, allowing each of us to cultivate our own passions, learn, and enjoy ourselves individually. In the end, this individual vitality will flow back into the relationship, enriching it for both. I believe this reflection could take many other angles, but I am no psychologist; I base it solely on my own experiences and the occasional good read.
And now I must go, as my writing time is running out and other responsibilities await—responsibilities I fulfill with pride. 😀 If you enjoyed this topic, I would be delighted if you left a comment. Have a good night, and thank you for reading.
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THE AFTERNOON, THE TEARS, THE SPICES
The afternoon, the tears, the spices
you slowly simmer in the kitchen
the life, the mouths, the embraces
the age-old pieces of my life.
The arms subdued, the embraces
you give me, the kisses gone and returned
the teasing in the afternoon bed
while someone defeated falls away.
The kisses, the glances, the snores
the complaints hanging on the walls
the winks we once exchanged
without scorning the harsh opinions.
The desires, the constant escapes
from your laughter, your arm, your haste
in which relevance turned into a sword
and we wielded it in a deep onslaught.
A tree is my love that no longer grows
passions like shrunken scars
The afternoon, the tears, the spices
you slowly simmer in the kitchen.
Wish you a great day!
✧･ﾟ: ✧ PoetaFranko ✧:･ﾟ✧
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created by @ @bradleyarrow
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El texto y las imágenes son de la autoría de Frank Rodríguez ©
The text and images are the property of Frank Rodríguez ©
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