A stop in Cornuda 🇮🇹 (Entry to #monomad Challenge)

Hello hiver!

I will share something I overlooked in my post on my visit to San Martino de Castroza. It's about my short stay in Cornuda, a little village that seems like an oasis of calm. The bus officially stops there so that passengers may stretch their legs and have lunch at one of the neighborhood restaurants.

From the bus window, it was evident the towns modest charm was two-story homes with light plaster on top and strong, peaceful stone on the bottom level. The houses are built in relatively modern styles, with their shutters and iron bars on the windows and their gabled roofs covered with tiles. I got off the bus and noticed how clean the streets were, the silence. Everything radiates warmth and calm.

We quickly came across the ideal invitation: an Osteria under the shade of large trees with a sign promising grilled meat. Warm Italian welcome and wood smoke smell lured us in. The simple and traditional place is clearly a meeting place for locals to share stories and enjoy authentic flavors.

I sat on the patio and enjoyed a local wine and dishes that honor the area's cuisine.The family-run osterias and stone homes in Cornuda capture the actual character of northern Italy: simple, friendly, and highly respectful of tradition.

When the bus began up again, we kept our trip to the San Martino di Castrozza mountains, bringing with us the vision of that town with its stone houses and slanted roofs as well as the smoky taste of a shared pausa, a small Italian secret discovered in the center of Veneto.

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Hola hiver!

Compartiré algo que pasé por alto en mi publicación sobre mi visita a San Martino de Castroza. Se trata de mi breve estancia en Cornuda, un pequeño pueblo que parece un oasis de calma. El autobús para allí para que los pasajeros puedan estirar las piernas y comer en uno de los restaurantes del barrio.

Desde la ventanilla del autobús, se apreciaba el modesto encanto del pueblo: sus casas de dos plantas con yeso claro en la parte superior y piedra sólida y apacible en la planta baja. Las casas son de estilo relativamente moderno, con persianas y rejas de hierro en las ventanas y techos a dos aguas cubiertos de tejas. Bajé del autobús y noté lo limpias que estaban las calles, el silencio. Todo irradiaba calidez y calma.

Enseguida encontramos la invitación ideal: una osteria a la sombra de grandes árboles con un cartel que prometía carne a la parrilla. La cálida bienvenida italiana y el olor a humo de leña nos atrajeron. Este lugar sencillo y tradicional es, sin duda, un punto de encuentro para que los lugareños compartan historias y disfruten de sabores auténticos.

Me senté en el patio y disfruté de un vino local y de platos que hacen honor a la gastronomía de la zona. Las osterias y casas de piedra familiares de Cornuda capturan el carácter real del norte de Italia: sencillas, amigables y muy respetuosas de la tradición.

Cuando el autobús volvió a ponerse en marcha, continuamos nuestro viaje hacia las montañas de San Martino di Castrozza, llevando con nosotros la visión de ese pueblo con sus casas de piedra y tejados inclinados y el sabor ahumado de una pausa compartida, un pequeño secreto italiano descubierto en el centro del Véneto.

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