Una Elegía a la Infancia Obviada.

@jere03 · 2025-05-02 02:18 · hive-179291
    En la vastedad de la memoria, como un jardín desdibujado por la niebla del tiempo, persiste la luminiscencia de la infancia. Un edén primigenio donde la conciencia del devenir adulto se diluía en la inmediatez del asombro. Éramos entonces habitantes despreocupados de un presente perpetuo, arquitectos de castillos de arena cuyas almenas desafiaban la fugacidad de las olas, navegantes de charcos convertidos en océanos infinitos a bordo de barcos de papel. La risa era la moneda corriente, la curiosidad, la brújula que nos guiaba a través de la maleza de lo desconocido, y el tiempo, una sustancia elástica que se expandía sin límites entre el alba y el crepúsculo. ![2343145234523.jpg](https://files.peakd.com/file/peakd-hive/nerdvana/23u5bKbGTamM1iwyhapa5dZJTVDFw3kzZERQEZcDVFBrUrcNWCVpHha7VLfWGnJaz93T6.jpg) La fotografía pertenece a una panorámicatomada con mi telefono honor x ***     En aquel reino de la inocencia, la pregunta sobre el futuro era un eco distante, una melodía incomprensible que no lograba perturbar la sinfonía del juego. ¿Hacia dónde íbamos? La respuesta residía en la siguiente aventura, en el misterio oculto tras el tronco de un árbol centenario, en la promesa de un helado derretido bajo el sol inclemente de la tarde. Los proyectos se limitaban a la construcción de la cabaña secreta en el fondo del jardín, la misión de rescatar al juguete extraviado bajo el sofá, el anhelo de alcanzar la estrella más brillante con la punta de nuestros dedos.     La despreocupación infantil no era una ignorancia culpable, sino una sabiduría intrínseca. Sabíamos, sin necesidad de elaboradas teorías, que la plenitud residía en el instante presente. El sabor dulce de una fruta robada del árbol vecino superaba cualquier ambición adulta. La textura rugosa de la corteza bajo nuestras manos ofrecía una conexión más profunda con el universo que cualquier tratado filosófico. La complicidad silenciosa con un amigo en la travesura compartida era un lazo más fuerte que cualquier contrato social.     Sin embargo, la inexorable flecha del tiempo nos impulsaba, sin que lo notáramos del todo, hacia el laberinto de la adultez. Los castillos de arena se desmoronaron bajo la presión de las responsabilidades, los océanos infinitos se redujeron a charcos olvidados, y la risa se tornó, a menudo, en una melodía más tenue, matizada por las exigencias del mundo. La curiosidad, otrora motor de exploración, se vio a veces sofocada por la rutina y el pragmatismo.     No es una condena a la adultez lo que emerge de esta reflexión, sino una melancólica constatación de la pérdida de esa perspectiva única. En el afán de construir un futuro, a menudo olvidamos la riqueza del presente que alguna vez nos bastó. La mirada adulta, cargada de planes, de metas a largo plazo, de la conciencia de la finitud, tiende a eclipsar la capacidad de disfrutar la textura del instante sin la sombra de la preocupación por el mañana.     Quizás la sabiduría radique en recordar ese jardín desmemoriado, en rescatar, aunque sea por breves momentos, la capacidad infantil de obviar el destino y deleitarnos en el puro ser. No se trata de detener el flujo del tiempo, una tarea tan vana como intentar contener el viento, sino de infiltrar en nuestra conciencia adulta la frescura de aquella mirada despreocupada. De redescubrir la maravilla en lo cotidiano, de permitirnos construir, aunque sea fugazmente, castillos de arena en la orilla de nuestras vidas adultas, saboreando la libertad de un presente que, en su fugacidad, encierra la verdadera esencia del disfrute. Porque, al final, el camino hacia el futuro se construye paso a paso, instante a instante, y la capacidad de disfrutar cada uno de esos pasos es, quizás, la lección más valiosa que olvidamos al dejar atrás el jardín desmemoriado de nuestra infancia.
#hive-179291 #spanish #relatos #cervantes #appreciator #aliento #infancia
Payout: 0.000 HBD
Votes: 631
More interactions (upvote, reblog, reply) coming soon.