No cabe la menor duda de que Brasil ha sido un país –una cultura, sobre todo– que ha producido una literatura de gran relevancia en Latinoamérica, y más, a nivel universal. Sus aportes son esenciales en la narrativa: desde Mário de Andrade con su Macunaíma, João Guimarães Rosa con Gran Sertón: Veredas, Clarice Lispector, Jorge Amado y Rubem Fonseca, por nombrar sólo algunos de sus novelistas y cuentistas. Y en la poesía su importancia es sumamente resaltante, con una pléyade de nombres en la cual destaca el autor a quien dedicamos este post: Murilo Mendes.
Murilo Mendes, fallecido el 13 de agosto de 1975, hace ya 50 años, perteneció a una generación fundacional de la poesía en ese país que se conoce con el nombre de modernismo brasileño. Cabe acotar que no tiene vinculación con el llamado “Modernismo hispanoamericano”, el que representa el nicaragüense Rubén Darío, que parte de 1880 y se extiende hasta 1920, aproximadamente.
Al brasileño se le estudia como un movimiento que tuvo dos fases: una primera de los años veinte, y una segunda de los años treinta. En la primera aparecen los nombres de Manuel Bandeira, Oswald de Andrade, Mário de Andrade y Cecília Meireles. En la segunda, Jorge de Lima, Carlos Drummond de Andrade, Vinícius de Morales, Henriqueta Lisboa. En esta segunda fase de ubica a Murilo Mendes.
La poesía de Murilo Mendes se nutre de la corriente surrealista, entonces en boga, pero hará una poesía libre de ataduras, autónoma, sin olvidar completamente la tradición. Así lo reconocerá él explícitamente:
(…) he procurado crear reglas y leyes propias, un ritmo personal, mediante desviaciones de ángulos, pero sin perder de vista la tradición. He restringido voluntariamente mi vocabulario, procurando llegar al núcleo de la idea esencial, la imagen más directa posible (…).
También se advierte en su poesía, especialmente la escrita en la segunda mitad de la década del 30, una tendencia a lo espiritual, junto con Jorge de Lima, como puede notarse en libros como Tiempo y eternidad (1935) y La señal de Dios (1936).
Con lo expuesto, paso a reproducir tres poemas breves de Murilo Mendes:
Estrellas >Hay estrellas blancas, azules, verdes, rojas. Hay estrellas-peces, estrellas-pianos, estrellas-niñas, Estrellas voladoras, estrellas-flores, estrellas-sabiás. Hay estrellas que ven, que oyen, Otras gordas y otras ciegas. Hay muchas más estrellas que máquinas, burgueses y obreros. Casi no hay más que estrellas.
Ante un cadáver >¿Cuándo abandonaremos la parte inútil y decorativa de nuestro ser? ¿Cuándo nos aproximaremos con fervor a nuestra esencia, Partiendo nuestro pobre pan con el Huésped que está en el cielo y cerca de nosotros > >Para qué esperar la muerte con el fin de conocernos… En vida es donde debemos presentarnos a nosotros mismos Incluso ahora, esas coronas, esos letreros, esas flores Impiden ver al muerto en la verdad. Tiéndanlo en una tabla, al hombre desnudo y definitivo y restitúyanle finalmente a su prometida soledad.
San Juan de la Cruz >Vivir organizando el diamante (intuyendo su faz) y escondiéndolo. Tratarlo con ternura castigada. Ni en el desierto suspenderlo. > > Pero Vivir consumido de su gracia. Obedecer a ese fuego frío Que se resuelve en punto rarefacto. Vivir: de su silencio aprendiéndose. No temer su pérdida en lo oscuro. > >Y del propio diamante ya olvidado, Morir, de su esqueleto vaciado: Para poder ser todo, es preciso ser nada.
Estamos ante tres poemas realmente muy llamativos. El primero es un poema sencillo, de mucho ritmo, tocado por algo que podría denominar “cósmico terrenal”, en el que la imagen de las estrellas convoca el sentido esencial de la existencia. El segundo, con un tono dramático, o más bien metafísicamente humano (como si leyéramos un poema en prosa de César Vallejo), nos coloca frente a la única verdad: la muerte, expresión definitiva de nuestra esencia: la soledad. El tercero constituye, indudablemente, una recreación de la mística experiencia de la revelación que nos afronta a la pareja fundamental: el todo por la nada, como en esa “noche oscura del alma” de San Juan de la Cruz.
Referencias:
Antología de la poesía brasileña</> (1973). (Selección, introducción y traducción de Ángel Creso). España: Seix Barral.
https://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_de_Brasil
https://es.wikipedia.org/wiki/Murilo_Mendes
https://es.wikipedia.org/wiki/Modernismo_brasile%C3%B1o