EL RARO TEJIDO DE LA LUJURIA
Tres vueltas a la derecha, tres a la izquierda y ya casi terminaba. Había aprendido a tejer a crochet de niña.
Llevaba meses recopilando cabellos a escondidas. Cabellos rojos, grises, largas mechas trigueñas que siempre aparecían en el piso de aquella habitación, cabellos sin nombre que siempre descubría mientras él la montaba al borde de la cama. Mientras tejía imaginaba la cara de sorpresa que él pondría al ver su obra. Pensar que él mismo le había regalado las agujetas le hacía redoblar la velocidad de las lazadas.
Esa tarde le confirmo que iría a verlo. Como imponía la rutina, le hizo subir a la habitación, a la misma habitación de paredes pulcras y supo confundir su guiño con la avidez acostumbrada de los cuatro puntos y los orgasmos en salvas. Ella, boca abajo, en el borde del colchón, entre vaivenes rítmicos lograba detallar el piso recién aseado, sin un solo cabello. Sonreía.
Nadie en todo el edificio logró dejar de escuchar los gemidos pero no hubo protestas. Los oídos sordos se hacían moda en aquella ciudad en la que nadie le echó de menos aquella tardenoche de lunes y en la que tampoco nadie faltó mientras bajaban su cuerpo por las estrechas escaleras, sobre los hombros de los funcionarios de criminalística.
Una sonrisa en su rostro lívido y una rara soga tejida y ajustada a su cuello terminaban de conformar aquella escena poco frecuente a los finales de agosto.
📖Cuento incluído en la antología de cuentos Una manzana en el cuerpo , disponible en Amazon
✨ ¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓! ✨
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔. 💛