Frente a él, el horizonte. Remaba. Su cuerpo era un manojo de músculos salados; la frente, un espejo rojizo bajo el sol; los ojos, dos abismos negros clavados en la línea donde el cielo se raja. Y de su pecho, entre jadeos profundos y discordantes, se escapaba un chirrido agudo. Un axioma de acero. Un tentáculo viscoso que avanzaba..

CRÉDITOS Banner elaborado en PSD con fotos propias y logo de IAFO Logos redes sociales