¡Feliz miércoles, querida comunidad! Esta semana me toca bajar las cargas y recuperar. Cada cuatro semanas mi entrenador incluye una planificación de descarga.
Como les comenté una vez, la recuperación también es parte fundamental del entrenamiento. Por eso, el lunes hice mi trabajo de fuerza en la mañana y solté con 30 minutos muy tranquilos por la tarde. Ayer descansé; mi mente y cuerpo lo agradecieron.






Esta mañana desperté muy temprano, aún estaba oscuro. Preparé mi desayuno favorito (panqueca de avena, uvas pasas y miel) y, por supuesto, mi cafecito cargado.
Entrené en mi templo. Así le llamo a la pista del estadio Soto Rosa. Lo considero un espacio de aprendizaje y por eso amo ir cada miércoles. Comencé la jornada con un calentamiento de 20 minutos. Luego hice técnica de carrera, un par de progresiones ¡y manos a la obra!
Empecé con cuatro series de 400 metros. La primera la hice a ritmo controlado (1’44’’) y las siguientes al ritmo que estoy acostumbrada (entre 1’38’’ y 1’37’’). Seguidamente hice cuatro series de 200 metros (entre 44 y 42 segundos).


Luego corrí 2000 metros a ritmo de umbral láctico a 4’50’’ por kilómetro. Terminé mi entrenamiento corriendo 15 minutos más, muy tranquila, incluyendo 5 minutos en grama y descalza. Al final de la tarde corrí 30 minutos muy suave.


No sé si a ustedes también les pasa, pero algunas veces he sentido ansiedad cuando bajo las cargas porque creo equivocadamente que perderé condiciones. Pero recuerdo mi objetivo: cruzar la meta de la media maratón en las mejores condiciones.
En este deporte ir contra la estrategia es un error. El plan de mi entrenador es mi escudo, me protege y me ayuda a tener estructura. Nunca olvidemos la importancia de hacer las cosas bien, con la mente y el corazón puestos en nuestro objetivo.