¡Hola, querida comunidad! Una vez al mes me toca salir de la zona de confort y ayer no fue la excepción. Debo confesar que estaba un poco cautelosa porque tenía fatiga menstrual. Tocaba mover ritmos en la pista. Al principio pensé que sería un poco difícil, pero el final fue increíble.
Cada miércoles me levanto a las 5:00 am. Preparo mi desayuno favorito pre-entreno: panquecas de avena y uvas pasas, acompañadas de mermelada casera y mi delicioso café. Salgo muy temprano porque el estadio Guillermo Soto Rosa está bastante alejado de mi casa.
Llegué a las 7:30 am y el sol ya prometía una jornada exigente. Calenté durante 20 minutos, midiendo en todo momento las sensaciones de mi cuerpo para sondear cualquier molestia. Mi entrenador también estaba al tanto de mi situación y me comentó que, si no me sentía bien, corriera despacio. Mi cuerpo me dio el visto bueno para hacer las series.
La planificación indicaba 4x1000 (entre 4:25-4:20) y 4x500 (entre 2:05-2:00). Comencé a un ritmo conservador y, poco a poco, las piernas respondieron muy bien. Usé Strava, pero también el cronómetro de mi reloj. En los trabajos de pista me fío más de mi reloj porque la distancia está muy bien medida y no hay margen de error.
Esta última semana la app se ha cerrado inesperadamente y no me ha permitido registrar algunos entrenamientos, como me sucedió ayer y el sábado pasado.
Estos fueron los resultados de los 4x1000 según mi reloj: 4:30, 4:23, 4:21 y 4:21. Resultados de los 4x500 según mi reloj: 2:04, 2:04 (olvidé tomar la fotografía), 2:02 y 2:00.
Terminé mi última serie sintiendo una felicidad inexplicable. Solté corriendo un kilómetro descalza en la grama. Agradecí al universo porque no solo pude entrenar, sino que logré parciales que me llenaron el corazón.
Al final de la tarde corrí 30 minutos a ritmo muy suave en un campo de fútbol cercano a mi casa. Así solté el trabajo de la mañana.
Posdata: Tengo endometriosis. Correr me ha ayudado a controlar la inflamación, la fatiga y los cólicos menstruales que antes me postraban en la cama. Eso sí, siempre entreno pensando en mi bienestar, pero sobre todo, escuchando a mi cuerpo.