4 años después

@vgalue · 2025-09-25 00:00 · Top Family
El sonido del despertador no era el mismo. Por años, la alarma había sido la luz que se filtraba por las persianas y el olor a café recién hecho. Ahora, era un pitido estridente que se colaba entre los sueños. Pablo se levantó con pereza, estirando los músculos que se habían acostumbrado a un horario más flexible. Hacía exactamente cuatro años que no pisaba la oficina. La pandemia había cambiado todo, y el teletrabajo se había instalado como una nueva normalidad. ![1000543076.jpg](https://files.peakd.com/file/peakd-hive/vgalue/23uFTySLhuZdREG8Aj2Aj8dWr8qVLyXvp2ojdJohuMpvA5yQ5XRonRswHDPpYyd2Fburk.jpg) Se vistió, sintiendo el peso de la corbata y la camisa almidonada, prendas que habían quedado olvidadas en el fondo del armario. Mientras se abrochaba los zapatos, una extraña sensación lo invadió: una mezcla de nervios y curiosidad. ¿Sería todo igual? Al llegar a la calle, el tráfico le pareció caótico. Los autobuses iban repletos y los taxis circulaban a toda velocidad, como si quisieran recuperar el tiempo perdido. El olor a gasolina, el bullicio de la gente y la música de los coches crearon un ambiente que ya casi había olvidado. La ciudad se sentía viva de nuevo. Cuando llegó al edificio, el portero le sonrió. "¿Regreso a casa, señor Pablo?", le preguntó. Él asintió, con una sonrisa tímida. La puerta giratoria lo engulló, y se encontró en un vestíbulo que parecía más grande de lo que recordaba. El ascensor, con sus botones fríos y su música de espera, lo llevó al quinto piso. Al abrirse las puertas, el olor a café y a papel recién impreso lo recibió. El mismo aroma que lo había acompañado durante tantos años. La luz fluorescente, los escritorios llenos de computadoras, el murmullo de las conversaciones... todo era familiar. Se encontró con su equipo. Lucía, con el pelo más corto y con la cara sonriente, lo saludó con un abrazo. "¡Qué bueno verte, Pablo!", le dijo. Daniel, con una barba más poblada, le estrechó la mano con fuerza. "¡Al fin, de vuelta a la guerra!". Se sentó en su antiguo escritorio. La silla, con su respaldo gastado, le pareció un poco dura, y la pantalla le devolvió su reflejo cansado. Encendió la computadora, y los mensajes comenzaron a llegar. Un nuevo proyecto, una reunión de emergencia, la planificación de la próxima semana... La rutina regresaba. Se dio cuenta de que el mundo había cambiado, pero que ellos seguían siendo los mismos, o casi. Habían crecido, habían vivido, habían pasado por una experiencia que los había marcado. Pero la esencia, la chispa de la oficina, la camaradería, seguía intacta. El día transcurrió, entre reuniones y conversaciones que no habían tenido lugar en cuatro años. La máquina de café se convirtió en el punto de encuentro, donde las risas y las historias se mezclaban. Pablo se sintió feliz. El regreso era extraño, sí, pero también era una oportunidad para reconectar, para volver a sentir la energía de un equipo que se había distanciado, pero que nunca se había roto. Al final de la jornada, salió del edificio con una sensación de paz. La ciudad seguía vibrando, pero él ya no se sentía ajeno. Ahora, el camino de regreso a casa no era un simple trayecto, sino una oportunidad para reflexionar. Después de cuatro años, la oficina volvía a ser su segundo hogar. Y él, después de tanto tiempo, volvía a sentirse parte de ella.

**Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.**

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