50 millones

En un barrio polvoriento de Maracaibo vivía Don Ramón, un hombre de 72 años con más historias que dientes. Nadie sabía bien de qué vivía, pero todos lo respetaban. Tenía una radio vieja que solo sintonizaba emisoras de Miami, y un gato flaco que lo seguía como sombra.  Una tarde de agosto, mientras el calor derretía hasta los pensamientos, Don Ramón escuchó algo que lo hizo levantar la ceja: “Estados Unidos ofrece 50 millones de dólares por información que lleve al arresto de Nicolás Maduro”. El locutor lo dijo como quien anuncia el número ganador de la lotería. Don Ramón no dijo nada. Solo apagó la radio, se sirvió un café negro y se quedó mirando el horizonte. En su juventud había trabajado como chofer en Caracas, y una vez —solo una— había llevado a un hombre con bigote espeso y mirada dura que le pidió que no hiciera preguntas. Ese hombre, años después, sería presidente. Los vecinos empezaron a murmurar. “¿Y si Don Ramón sabe algo?”, “¿Y si ese viaje que hizo en el 98 tiene que ver?”. Pero él seguía en silencio, como si el pasado fuera una caja cerrada con candado. Una noche, lo vieron salir con camisa planchada, zapatos lustrados y una carpeta bajo el brazo. Tomó un taxi y desapareció por tres días. Cuando volvió, no traía la carpeta. Solo una sonrisa leve y una bolsa de pan dulce. —¿Y entonces, Don Ramón? —le preguntó el panadero. —Nada, hijo. Solo fui a visitar a un viejo amigo en Cúcuta. Pero desde ese día, el gato empezó a comer mejor, la radio tenía pilas nuevas, y Don Ramón ya no pedía fiado en la bodega. Nadie supo si fue él. Nadie preguntó. Pero en la esquina, bajo el mural descolorido de Bolívar, alguien escribió con tiza: “El silencio también puede valer 50 millones”.
**Espero que en un futuro no muy lejano, mi país pueda ser liberado de esta terrible Narco Dictadura.**
**Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.**