Parecía que solo habían pasado unas pocas semanas, no veinticinco años. Marcos se arregló el nudo de su corbata por quinta vez, mirando su reflejo nervioso en la ventana del coche. El cartel que decía "Fiesta Reencuentro Promoción 2000 - Colegio Los Álamos" parecía brillar con una luz nostálgica.
Al entrar al salón de eventos, el ruido y las risas lo golpearon. El ambiente era una mezcla extraña de gente adulta y la energía juguetona de la adolescencia. Ahí estaba Ana, que ahora era una cirujana, riendo con el mismo entusiasmo que cuando hacían la "capona" en clase de matemáticas. A su lado, Pedro, el que no paraba de hacer bromas, ahora era un arquitecto con una barba canosa que le daba un aire distinguido.
Marcos sintió un golpe amistoso en la espalda. "¡Pero mira quién apareció! ¿Sigues siendo el mismo despistado de siempre, 'Marquitos'?" Era Sofía, su antigua rival en los exámenes de Historia, con su característica coleta alta y una sonrisa igual de pícara.
Se abrazaron fuerte, un abrazo que resumía un cuarto de siglo. Se quedaron charlando sobre sus vidas, sus trabajos, los hijos. Recordaron el viaje de fin de curso, el baile de graduación y a la profesora de Lengua que los hacía temblar.
A media noche, alguien puso la canción de moda de su último año, y la pista de baile se llenó. No bailaron con la coordinación de antes, pero sí con la misma alegría.
Marcos miró a su alrededor. Ya no eran los chicos de Los Álamos, pero en esa noche, con esas caras conocidas y esa música, el tiempo se había detenido. Se sintió completo, sabiendo que, sin importar los años, la amistad del 2000 seguía intacta.
**Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.**
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