El sol pegaba fuerte esa mañana de sábado, justo en la esquina de la calle. Era de esos días perfectos para no hacer nada, solo ver la vida pasar. Y eso era lo que hacían un par de vecinos. Iban caminando tranquilamente, el señor con una camiseta oscura y la señora con una blusa turquesa. Parecían ir a comprar el pan, o quizás a tomar un café en la plaza de la vuelta.

Las sombras de los árboles se estiraban por el asfalto, cruzando las líneas blancas del paso de cebra. Parecía un juego de luces y sombras, como si el día estuviera pintando su propia obra de arte en el suelo. Un coche blanco estaba aparcado un poco más allá, reluciente bajo el sol.
De repente, un ruido. ¡Plin! Era la campanita de un heladero que venía doblando la esquina. Los dos vecinos se miraron y sonrieron. Parecía que el plan del café se iba a cambiar por un cucurucho bien frío. La vida en el barrio era así de simple, llena de pequeños momentos que te hacían sonreír.
**Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.**
**Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.**

