Terremoto

@vgalue · 2025-09-26 00:05 · Top Family
El temblor llegó sin avisar, como un susurro repentino que hizo vibrar el aire. Era una tarde normal en Caracas, una de esas en las que el sol se mezcla con la bruma de la ciudad y el tráfico es un zumbido constante. La gente estaba en sus cosas: los comerciantes cerraban sus negocios, los estudiantes salían de sus clases, y en los balcones, algunos ya se preparaban para la noche. ![1000543870.jpg](https://files.peakd.com/file/peakd-hive/vgalue/Eo4JpogEh2w53zr5JABZ45V4XWdPSsmuhu8SZswUv1mYerCiPbSwqzbEmLC2ZxvaQWH.jpg) Lo que al principio fue una vibración, una especie de cosquilleo en el suelo, se convirtió en un movimiento más definido. Las lámparas de la calle comenzaron a balancearse de un lado a otro, las ventanas crujieron y el asfalto pareció moverse bajo los pies. Fue entonces cuando la gente reaccionó. Un grito, un '¿qué es eso?' asustado, y de repente, todos se miraron. Las caras, hasta hacía un segundo relajadas, se llenaron de una alarma que no necesitaba palabras. En un instante, las calles se convirtieron en un hervidero. La gente salía de los edificios, algunos con el celular en la mano, otros con los brazos abrazándose, como si pudieran protegerse del temblor. Nadie sabía con certeza qué tan fuerte era, ni de dónde venía. Pero el miedo, ese miedo ancestral y puro a que la tierra se desmorone bajo tus pies, era palpable. Una mujer con un delantal de cocina salió corriendo de una panadería, con la respiración entrecortada. Un muchacho, que vendía periódicos en una esquina, se agachó y se cubrió la cabeza, mientras el montón de diarios se desparramaba por la acera. En los edificios más altos, se veían a las personas pegadas a las ventanas, con los ojos bien abiertos, como buscando un escape o una señal de que todo iba a pasar. El temblor duró poco, pero para muchos, pareció una eternidad. Cuando cesó, hubo un silencio extraño. Un silencio que no era de paz, sino de cautela. Nadie quería moverse demasiado rápido, como si temieran que el suelo volviera a sacudirse. Luego, poco a poco, los murmullos regresaron. Los '¿estás bien?', los '¿qué fue eso?' y las llamadas a los familiares para saber si estaban a salvo. En la noche, la ciudad no era la de siempre. Las luces estaban encendidas en muchos apartamentos, y la gente se asomaba a las ventanas. Las redes sociales estaban repletas de comentarios, videos de lámparas balanceándose, y preguntas sobre el terremoto. Los noticieros daban la información oficial, pero la gente, en la calle, tenía su propia historia. La de la vecina que se desmayó del susto, la del señor que se quedó en el ascensor por unos segundos de pánico. Al día siguiente, el sol salió como siempre, pero el miedo no se había ido del todo. Los niños, en los parques, jugaban, pero los adultos, en las conversaciones, no podían evitar hablar del temblor de la tarde anterior. Era una de esas experiencias que dejan una marca, un recordatorio de la fragilidad de todo. Un terremoto que no causó destrucción visible, pero que, por un momento, hizo temblar la confianza de la gente en el suelo que pisaban. Y eso, para muchos, fue suficiente.

**Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.**

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#spanish #life #argentina
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