El dedo de Elías tembló un poco al pulsar el botón de actualizar. Llevaba meses revisando ese correo, una y otra vez, esperando una señal. Desde que había entregado hasta el último papel —actas, certificados y el crucial justificante de residencia—, su vida había estado en pausa, un suspenso continuo. La pantalla se iluminó con un nuevo mensaje. El remitente: Migraciones.
Respiró hondo y abrió el documento. El logo redondo de Migraciones, elegante y serio, presidía el mensaje. Leyó las primeras líneas, el corazón latiéndole como un tambor: "Constancia de solicitud de Trámite de Ciudadanía..." y luego, la frase mágica: "Ha finalizado el proceso de solicitud de Ciudadanía con éxito."
Elías sintió un nudo en la garganta. No era la confirmación final, lo sabía. El texto decía que la documentación sería analizada y que le avisarían los pasos a seguir. Pero ese mensaje, ese simple "con éxito", era la primera luz verde después de la tormenta. Miró los números de su gestión: el Expediente N° y la Orden de Trámite. Eran la llave para el futuro, la contraseña que usaría para entrar al "Link: Ir al estado del trámite".
Apoyó la cabeza en la mesa y cerró los ojos. Pensó en su abuela, la que había emigrado con una maleta de cartón y una esperanza frágil. Ahora, Elías estaba a punto de cerrar ese círculo. Era un simple correo en una pantalla, pero para él, era un ancla, la promesa de pertenencia que había buscado toda su vida.
Era el primer paso sólido en una nueva tierra. Se levantó, estiró los brazos y sonrió. La espera seguía, sí, pero ahora era una espera llena de certeza. Elías tomó un sorbo de café frío y abrió el enlace para guardar la página en favoritos. La vigilancia comenzaba.
**Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.**
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